Hace años una hermana por parte de mi mamá, Cecilia, me pidió el favor de que la ayudara con una de sus hijas, porque estaba pasando por un mal momento económico. La casa donde vivíamos con Roberto, en Cartagena, tenía un cuarto de más y yo no tuve ningún inconveniente en aceptar que Gina viviera con nosotros. Ella era mucho menor que yo cuando entró a vivir a mi casa y terminó yéndose con el hombre con el que yo había vivido por más de ocho años.
Le puede interesar: Yo me arrepentí en la puerta de la iglesia



