Los hombres se fijan mucho en las tetas y cuando describen a una mujer, siempre empiezan por ahí. No dicen que tiene una nariz respingada o unos pies grandes, sino unas tetas grandes o unos pezones parados, y luego hablan del culo. Pero siempre empiezan por las tetas, porque ejercen una extraña fascinación en ellos. Es como si fueran platillos voladores que acaban de aterrizar en la Tierra. (Cómo estimular los pezones de una mujer)
Son bichos apetecibles que, además de resultar atractivos por sí solos, son la promesa de que hay más. Si un tipo llega a la teta, puede seguir avanzando hacia abajo, y si sabe cómo tocar las tetas, cómo estimularlas, lo más probable es que consiga otra cosa.

El equilibrio es difícil y es siempre el resultado de prueba y error, porque hay mujeres a las que les gusta de una forma o de otra. A mí me gusta que me besen las tetas, que jueguen con la lengua para estimular el pezón, que usen toda la boca, siempre con firmeza pero sin ser bruscos, y también me gusta, aunque suene extraño, que no se engolosinen ahí. (Contra las tetas operadas por Santiago Gamboa)